Las enfermedades mentales y las lesiones por accidente de tráfico constituirán los dos principales problemas de salud de la población mundial en el primer cuarto de siglo XXI, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y esta relación entre enfermedades mentales y accidentes de tráfico no es una casualidad, ya que los efectos de muchas enfermedades producen una importante alteración en las capacidades cognitivas, motoras, conductuales, etc.
El estrés modula en buena medida la forma de conducir de las personas y es la causa de un número considerable de accidentes.
Sin embargo, ninguna normativa de tráfico alude explícitamente al estrés como un elemento incapacitante para la conducción, y teniendo en cuenta las reflexiones presentes, el estrés debería ser considerado como un relevante factor de riesgo de accidente. Y lo mismo sucede con la depresión y la ansiedad, que aunque aparecen tipificadas como trastornos psicológicos en los sistemas convencionales de clasificación de las enfermedades mentales, deberían ser objeto de atención y motivo suficiente para la adopción de precauciones o medidas especiales en situaciones de interacción con el tráfico.
Las misma situación se plantea con su tratamiento farmacológico. Y es que un 15% de conductores reconoce estar medicamentándose para tratar la depresión, la ansiedad, los trastornos del sueño o para relajarse o dormir. Se trata de un dato muy relevante dadas las grandes repercusiones que los efectos secundarios de estos fármacos tienen para la conducción. Se estima que en, aproximadamente una cuarta parte de los casos, estos medicamentos contienen una advertencia sobre su posible relación con la capacidad de conducir (DGT y Universidad de Valladolid, 2003).
En gran parte de los casos, el paciente desconoce el riesgo potencial de esos medicamentos, puesto que con frecuencia el personal sanitario no informa acerca de los efectos del tratamiento sobre la capacidad para conducir. Eso supone que casi tres cuartas partes de los conductores no son conscientes de la influencia de los fármacos utilizados para combatir el insomnio, para relajarse/dormir; mientras que más del 60% desconoce los efectos de los medicamentos utilizados para tratar la depresión (66%) y la ansiedad (64%) en la conducción.
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